Los protectores solares

Creo que toda información es poca cuando se trata del sol y sus potenciales efectos perjudiciales, así que hoy profundizaremos en la protección solar.

El sol proporciona a la tierra la energía necesaria para la vida, y es el principal factor que determina el clima del planeta. Además, no solo envía luz visible a la tierra, sino que también emite radiación invisible que puede tener un efecto negativo sobre nuestra salud si recibimos dosis demasiado altas.

Las radiaciones UVA y UVB son términos que nos resultan muy familiares pero… ¿qué significan? La radiación solar está formada por una amplia variedad de rayos, algunos ni si quiera llegan a la tierra porque los bloquea la capa de ozono. La radiación que alcanza la tierra son los rayos visibles, infrarrojos (IR) y ultravioletas (UV). Esta última se divide a su vez en rayos UVA, UVB y UVC, en función de la longitud de la onda.

  • La luz visible comprende todos los colores que podemos ver a simple vista.
  • Los rayos IR transportan energía calorífica y nos permite sentir calor.
  • Los rayos UV son invisibles y se dividen en rayos UVA, UVB y UVC. Los primeros provocan daños en la piel a largo plazo, como el cáncer de piel y el envejecimiento prematuro de la misma, mientras que los rayos UVB son la principal causa de las quemaduras solares. A la superficie de la tierra llegan aproximadamente 10 veces más rayos UVA que UVB. Como ya he comentado anteriormente, los rayos UVC son absorbidos por la atmósfera de la tierra y no afectan a la piel.

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La intensidad de la radiación solar depende de diversos factores: época del año, hora del día, latitud, altitud, reflejos de la superficie terrestre y condiciones meteorológicas. Por ejemplo, el sol brilla más a mediodía y a elevadas alturas. También hay que hacer hincapié en que el 80% de los rayos UV pueden atravesar las nubes.

El mecanismo de defensa de nuestro cuerpo frente a las radiaciones es la melanina, un pigmento producido por los melanocitos que es responsable de la coloración más o menos oscura de nuestra piel, pelo e iris. Pero con respecto al tema que nos ocupa, la melanina protege la piel frente a las radiaciones solares porque tiene la capacidad de filtrar los rayos del sol.

Cada persona tiene un nivel de melanina diferente que determina un tipo, o mejor dicho, un fototipo de piel. En función de éste podemos clasificar a la población en seis grupos diferentes, desde el I (el más claro, con piel muy blanca, pelo rubio y ojos azules) hasta el VI (individuos de raza negra). Lógicamente, cuanto menor sea el fototipo, mayor riesgo de sufrir reacciones adversas a las radiaciones y por tanto, mayor riesgo de sufrir cáncer de piel. Es importante saber que la melanina no filtra todas las radiaciones que nos llegan, por lo tanto, las pieles oscuras también deben protegerse.

Efectos perjudiciales del sol sin protección

  • Inmediatos

Pigmentación inmediata que se produce durante la exposición solar y desaparece a las 2 horas (no protege frente a las quemaduras solares) u oscurecimiento pigmentario persistente que permanece durante unos cuatro días (tampoco protege a la piel).

  • Retardados

Quemadura solar que aparece tras 2-6 horas del inicio de la exposición. Alcanza su intensidad máxima a las 24-36 horas y desaparece después de 3 o 5 días, transformándose en el bronceado habitual, cuando los melanocitos comienzan a sintetizar la melanina.

  • Efectos a largo plazo

Respecto al envejecimiento de la piel, la exposición al sol juega un papel fundamental, al igual que en el cáncer de piel (melanoma maligno), que apenas un 5% de los carcinoma aparecen en áreas de la piel que no se exponen al sol.

  • Efectos accidentales

El tipo más común de intolerancia solar es una leve erupción benigna que se manifiesta como pequeñas e irritantes erupciones en el cuello, la parte superior del pecho y posterior de los antebrazos. Estos síntomas aparecen en las horas siguientes a una exposición intensa al sol y desaparecen al cabo de unos días.

Consejos de tu farmacéutico para estar bien protegido del sol

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Protege tu piel, y en especial la de los niños, con fotoprotectores y ropa adecuada siempre que realices actividades al aire libre incluso en días nublados.

El riesgo de quemadura solar en días nublados podría ser incluso mayor, ya que no tenemos percepción del calor, y podríamos exponernos más tiempo al sol. En el caso de los niños se aconseja utilizar un fotoprotector específico para su edad.

Consulta a tu farmacéutico y/o dermatólogo para seleccionar el fotoprotector adecuado y ,si presentas una patología cutánea, acude al dermatólogo.

Tu farmacéutico tendrá en cuenta la edad, el tipo de piel, el estado de la piel y la actividad que vas a llevar a cabo en la selección del fotoprotector. Es importante utilizar un factor de protección solar y una textura adecuada. En pieles sensibles se recomienda elegir fotoprotectores sin conservantes, colorantes o perfumes, pues podrían dar lugar a alergias.

Aplica el fotoprotector al menos media hora antes de exponerte al sol. De esta forma será absorbido por la piel y podrá ejercer sus efectos con el máximo de eficacia posible. Utiliza una cantidad suficiente y no olvides zonas especiales como orejas, labios o los empeines de los pies.

Tampoco olvides proteger tus ojos frente a la radiación solar. Las gafas deben disponer de cristales homologados que reflejen la radiación ultravioleta.

Evita exponer al sol a niños menores de 3 años. Su piel es especialmente sensible a las radiaciones y los efectos perjudiciales se acumulan, por lo que los riesgos a largo plazo se incrementan en caso de haber sufrido quemaduras en la infancia.

Aplícate el fotoprotector de forma periódica. Es necesario hacerlo al menos cada dos horas y después de cada baño. Este tiempo podría ser menor en determinadas personas, como los niños, que suelen tener mayor actividad física y pasan más tiempo en el agua.

Evita la exposición o quedarte dormido al sol en las horas centrales del día. Durante las horas centrales del día, entre las 12.00 y las 16:00 horas, es cuando la incidencia de radiaciones solares es mayor.

Indica a tu dermatólogo y/o farmacéutico los medicamentos que habitualmente tomas. Algunos medicamentos pueden presentar riesgos asociados a la exposición solar, al provocar una posible reacción de fotosensibilidad.

Aplícate crema hidratante sobre la piel tras la exposición solar. La radiación solar supone una agresión a la piel que puede favorecer su sequedad por lo que es aconsejable hidratarla una vez finalice la exposición al sol.

Una vez abierto, no conserves el fotoprotector de un año para otro. La utilización de fotoprotectores en ambientes extremos de temperatura y humedad puede alterar sus propiedades, por lo que se recomienda no conservar un fotoprotector abierto de un año para otro.

Si detectas alguna anomalía o mancha sospechosa en la piel, consulta con el dermatólogo. El cáncer de piel se puede ver, detéctalo a tiempo para tratarlo.

Acostúmbrate a revisar tu piel de forma regular. No todas las manchas sospechosas aparecen en zonas expuestas al sol o zonas visibles.

Es común comprobar que todos los miembros de una misma familia utilizan el mismo fotoprotector, independientemente de su edad, su tipo de piel y sus actividades; no tienen en cuenta que la piel de un niño es muy sensible y diferente a la del adulto. De igual manera, una persona con tendencia acnéica o seborreica, no debería utilizar el mismo protector que otra con piel atópica.

Tu farmacéutico debe valorar el fotoprotector más adecuado en función del tipo de piel, la edad, la época del año, la actividad a realizar o el estado de salud. Además, es recomendable no utilizar aquellos fotoprotectores que contengan perfumes o conservantes ante el riesgo de alergia.